domingo, 15 de octubre de 2017

FÁBULAS ESOPO






"EL LIBRO DEL BUEN AMOR" (Arcipreste de Hita)


EL CABALLO Y EL ASNO (Esopo)

Iva lidiar en campo el caballo fasiente,


porque forçó la dueña el su señor valiente,


lorigas bien levadas, muy valiente se siente:


mucho delante l'iba el asno mal doliente.


238 Con los pies, et con las manos, et con el noble freno.


El caballo soberbio fasía tan grand sueno,


que a las otras bestias espanta como trueno:


el asno con el miedo quedó, et no l' fue bueno.


239 Estava refusando el asno con la grand carga,


andava mal e poco, al caballo embarga:


derribole el caballo en medio de la varga;


dis': 'Don villano nesçio, buscad carrera larga.'


240 Dio salto en el campo ligero, aperçebido,


coydó ser vençedor, et fincó él vençido.


En el cuerpo muy fuerte de lança fue ferido,


las entrañas le salen, estava muy perdido.


241 Desque salió del campo, non valía una çermeña;


a arar lo pusieron, et a traer la leña,


a veses a la noria, a veses a la aceña:


escota el soberbio el amor de la dueña.


242 Tenía del grand yugo desolladas las çerviçes,


del finojar a veses finchadas las narises,


rodillas desolladas fasiendo muchas prises,


ojos fondos, bermejos, como pies de perdises.


243 Los quadriles salidos, somidas las ijadas,


el espinaso agudo, las orejas colgadas:


vídolo el asno nesçio: rijó bien tres vegadas,


dis': 'Compañero soberbio ¿dó son tu empelladas22?


244 '¿dó es tu noble freno, et tu dorada silla?


'¿dó es tu soberbia, dó es la tu rensilla?


'Siempre vivrás mesquino, e con mucha mansilla,


'vengue la tu soberbia tanta mala postilla.'


245 Aquí tomen enxiemplo, et liçón cada día


los que son muy soberbios con su grand orgullía,


que fuerza e edat e onra, salud e valentía


non pueden durar siempre, vanse con mançebía.



  Un hombre tenía un caballo y un asno.
Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:
- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada al asno.
Horas más tarde, el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Resultado de imagen de el caballo y el asno

MORALEJA: Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.



"EL CONDE LUCANOR" (D. Juan Manuel)


EL CABALLO Y EL LEÓN  (Esopo)


Un día hablaba el Conde Lucanor con su consejero Patronio y le dijo:
-Patronio, desde hace mucho tiempo tengo un enemigo que me ha hecho mucho daño y yo a él, de modo que por obras y pensamientos estamos muy enemistados. Y ahora sucede que otro caballero, más poderoso que nosotros dos, está haciendo algunas cosas de las que ambos tememos que nos pueda venir mucho daño. Mi enemigo me ha sugerido que nos unamos y preparemos nuestra defensa contra el que desea atacarnos, pues si los dos estamos unidos le haremos frente con facilidad; pero si uno abandona al otro, cualquiera de nosotros que vaya contra aquel caballero no podrá vencerlo y, cuando uno de los dos sea derrotado, el que sobreviva será vencido aún más fácilmente. Por eso tengo serias dudas en este asunto, pues si hacemos las paces habremos de fiarnos el uno del otro, por lo cual, si aquel enemigo mío me quiere engañar y si yo estuviese en sus manos, mi vida correría peligro; pero por otra parte, si no nos unimos como me sugiere, nos puede venir mucho daño, tal como os he dicho. Por la confianza que tengo en vos y por vuestro buen juicio, os ruego que me deis consejo para obrar como mejor deba.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, la cosa es importante y al mismo tiempo peligrosa. Para que mejor sepáis lo que debéis hacer, me gustaría contaros lo que ocurrió en Túnez a dos caballeros que vivían con el infante don Enrique.
El conde le pidió que se lo contara.
-Señor conde -comenzó Patronio-, dos caballeros que estaban en Túnez con el infante don Enrique eran muy amigos y vivían juntos. Estos dos caballeros no tenían sino un caballo cada uno, y mientras ellos se estimaban y respetaban, sus caballos se tenían un odio feroz. Como los caballeros no eran tan ricos que pudieran pagar estancias distintas, y por la malquerencia de sus caballos no podían compartirlas, llevaban una vida muy enojosa. Cuando pasó cierto tiempo y vieron que no había solución, se lo contaron al infante don Enrique y le pidieron como favor que echara aquellos caballos a un león que tenía el rey de Túnez.
»Don Enrique habló con el rey de Túnez, que les pagó muy bien los caballos y los mandó meter en el patio donde estaba el león. Al verse los caballos juntos en aquel lugar, antes de que el león saliese de su jaula empezaron a pelear con mucha ira. Estando en lo más violento de su pelea, abrieron la jaula del león y, cuando los caballos lo vieron suelto por el patio, se echaron a temblar y se fueron acercando el uno al otro. Cuando estuvieron juntos, se quedaron así un rato y luego se lanzaron los dos contra el león, al que atacaron con cascos y dientes de modo tan violento que hubo de buscar refugio en su jaula. Los dos caballos quedaron sin daño, porque el león no pudo herirlos ni siquiera levemente y, después de esto, los dos caballos se hicieron tan amigos que comían en el mismo pesebre y dormían juntos en la misma cuadra, aunque era muy pequeña. Esta amistad nació entre ellos por el miedo que les produjo la presencia del león.
»Vos, señor Conde Lucanor, si creéis que vuestro enemigo tiene tanto miedo del otro porque le puede causar mucho daño y os necesita tanto a vos que forzosamente ha de olvidar vuestras antiguas rencillas, pues piensa que sin vos no puede defenderse, creo que, del mismo modo que los caballos se fueron acercando poco a poco hasta perder el recelo mutuo y estuvieron bien seguros el uno del otro, así vos debéis confiar poco a poco en vuestro antiguo enemigo. Y si siempre encontráis en él buenas obras y fidelidad, de modo que estéis seguro de que nunca os hará daño, por muy bien que vayan sus cosas, entonces haréis bien y os será muy útil ir en su ayuda para que no os destruya ni conquiste aquel otro enemigo; pues en muchas ocasiones debemos soportar, perdonar y auxiliar a nuestros parientes y vecinos para que nos defiendan contra los extraños. Pero si viereis que vuestro enemigo es de tal condición que, desde que le hayáis ayudado y sacado del peligro, al tener sus tierras a salvo, se levantará contra vos y no podréis confiar en él, no sería muy sensato que le ayudarais sino que debéis apartaros de él cuanto podáis, porque habréis comprobado que, aunque estaba él en un trance muy apurado, no quiso olvidar su antiguo recelo contra vos, sino que esperaba el momento oportuno de causar vuestro daño, con lo cual queda bien patente que no deberéis ayudarle a salir del peligro en que ahora se encuentra.
Al conde le agradó mucho lo que Patronio le dijo, pues comprendió que le daba un buen consejo.
Y como don Juan vio que este cuento era muy bueno, lo mandó poner en este libro e hizo los versos que dicen así:
Resultado de imagen de fabula dos caballos con el leon conde lucanor

MORALEJA: Estando vuestras tierras protegidas de daño, evitad las argucias que urden los extraños.




 
FELIX MARÍA SAMANIEGO

"LA ZORRA Y LA CIGÜEÑA" (Esopo)
  Una Zorra se empeña
En dar una comida a una Cigüeña;
La convidó con tales expresiones,
Que anunciaban sin duda provisiones
De lo más excelente y exquisito.
Acepta alegre, va con apetito;
Pero encontró en la mesa solamente
jigote claro sobre chata fuente.
En vano a la comida picoteaba,
Pues era para el guiso que miraba
Inútil tenedor su largo pico.
La Zorra con la lengua y el hocico
Limpió tan bien su fuente, que pudiera
Servir de fregatriz si a Holanda fuera.
Mas de allí a poco tiempo, convidada
De la Cigüeña, halla preparada
Una redoma de jigote llena;
Allí fue su aflicción, allí su pena;
El hocico goloso al punto asoma
Al cuello de la hidrópica redoma,
Mas en vano, pues era tan estrecho,
Cual si por la Cigueña fuese hecho.
Envidiosa de ver que a conveniencia
Chupaba la del pico a su presencia,
Vuelve, tienta, discurre,
Huele, se desatina, en fin se aburre;
Marchó rabo entre piernas, tan corrida,
Que ni aun tuvo siquiera la salida
De decir: Están verdes, como antaño.



Cuentan que una zorra envitó a una cigüeña a comer con ella y le sirvió una sopa en un plato llano. La cigüeña con su largo pico no pudo tomar nada. Días después la cigúeña invitó a la zorra a comer con ella y le sirvió la comida en una alta y fina vasija.
La zorra no podía meter su hocico y se quedó en ayunas, mientras la otra con su largo pico alcanzaba la comida perfectamente. Amiga, le dijo a la enfadada zorra, tu me hiciste ayunar y así te pago con la misma moneda. 

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 MORALEJA: Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti.
La zorra y la cigüeña. Fábulas para niños

Cuentan que una zorra invitó a cenar a una cigüeña y le sirvió una sopa en plato llano. La cigüeña, con su largo pico, no pudo tomar nada. Días después, la cigüeña convidó a la zorra a comer, y le sirvió la comida en una alta y fina vasija. La zorra no podía meter su hocico y se quedó en ayunas, mientras la cigüeña, con su largo pico, alcanzó la comida sin problemas. "Amiga", le dijo a la enfadada zorra, "tú me hiciste ayunar y así te pago con la misma moneda".

Leer mas: http://www.hacerfamilia.com/educacion/noticia-zorra-ciguena-fabulas-ninos-20150611123949.html

(c) 2015 Europa Press. Está expresamente prohibida la redistribución y la redifusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento.
La zorra y la cigüeña. Fábulas para niños

Cuentan que una zorra invitó a cenar a una cigüeña y le sirvió una sopa en plato llano. La cigüeña, con su largo pico, no pudo tomar nada. Días después, la cigüeña convidó a la zorra a comer, y le sirvió la comida en una alta y fina vasija. La zorra no podía meter su hocico y se quedó en ayunas, mientras la cigüeña, con su largo pico, alcanzó la comida sin problemas. "Amiga", le dijo a la enfadada zorra, "tú me hiciste ayunar y así te pago con la misma moneda".

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Cuentan que una zorra invitó a cenar a una cigüeña y le sirvió una sopa en plato llano. La cigüeña, con su largo pico, no pudo tomar nada. Días después, la cigüeña convidó a la zorra a comer, y le sirvió la comida en una alta y fina vasija. La zorra no podía meter su hocico y se quedó en ayunas, mientras la cigüeña, con su largo pico, alcanzó la comida sin problemas. "Amiga", le dijo a la enfadada zorra, "tú me hiciste ayunar y así te pago con la misma moneda".

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Cierta vez, una Zorra invitó insistentemente a su amiga Cigüeña, a cenar en su casa mencionándole platillos deliciosos e inolvidables. La Cigüeña, maravillada por tales manjares, acepto. Al día siguiente, fue muy alegre y con mucho apetito. Cuando llegó y se sentó en la mesa, observó que la Zorra, servia una riquísima sopa en un plato muy plano. La Cigüeña muy hambrienta, comenzó a picar y a picar la sopa, pero gracias a su largo pico, no podía comer nada y para colmo, se le escapaba la deliciosa sopa. Por otro lado, la Zorra comió con mucha alegría su sopa, incluso lamió con su hocico el plato hasta dejarlo muy limpio. La Cigüeña indignada por tal desconsideración, dijo estar llena, y se marcho. Pasado los días, la Cigüeña invitó a cenar a la Zorra, ella muy gustosa acepto. Al llegar a la casa de la Cigüeña, la Zorra ansiosa por comer esperaba, hasta que de pronto, la Cigüeña trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. La Zorra confundida, intento de muchas maneras meter su hocico y lengua a la boca del jarro, pero no llegaba a la comida. Sus ganas de comer se hacían aun más enormes cuando la Cigüeña degustaba maravillada su comida. En ese momento, la Zorra hambrienta, deseaba mucho tener un pico tan largo como la Cigüeña, y así poder degustar de la apetitosa comida. Pasado un buen rato, y sin poder llegar a la comida, la Zorra ya muy rendida, renunció a aquella apetitosa comida. Se despidió de la Cigueña y se marchó pensando en la mala acción que hizo anteriormente, y el castigo bien merecido que tuvo, por no ser considerada con su amiga Cigüeña

Lee el original aquí: http://www.fabulasparaninos.com/2013/03/la-zorra-y-la-ciguena_12.html

Cierta vez, una Zorra invitó insistentemente a su amiga Cigüeña, a cenar en su casa mencionándole platillos deliciosos e inolvidables. La Cigüeña, maravillada por tales manjares, acepto. Al día siguiente, fue muy alegre y con mucho apetito. Cuando llegó y se sentó en la mesa, observó que la Zorra, servia una riquísima sopa en un plato muy plano. La Cigüeña muy hambrienta, comenzó a picar y a picar la sopa, pero gracias a su largo pico, no podía comer nada y para colmo, se le escapaba la deliciosa sopa. Por otro lado, la Zorra comió con mucha alegría su sopa, incluso lamió con su hocico el plato hasta dejarlo muy limpio. La Cigüeña indignada por tal desconsideración, dijo estar llena, y se marcho. Pasado los días, la Cigüeña invitó a cenar a la Zorra, ella muy gustosa acepto. Al llegar a la casa de la Cigüeña, la Zorra ansiosa por comer esperaba, hasta que de pronto, la Cigüeña trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. La Zorra confundida, intento de muchas maneras meter su hocico y lengua a la boca del jarro, pero no llegaba a la comida. Sus ganas de comer se hacían aun más enormes cuando la Cigüeña degustaba maravillada su comida. En ese momento, la Zorra hambrienta, deseaba mucho tener un pico tan largo como la Cigüeña, y así poder degustar de la apetitosa comida. Pasado un buen rato, y sin poder llegar a la comida, la Zorra ya muy rendida, renunció a aquella apetitosa comida. Se despidió de la Cigueña y se marchó pensando en la mala acción que hizo anteriormente, y el castigo bien merecido que tuvo, por no ser considerada con su amiga Cigüeña

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