domingo, 1 de octubre de 2017

LA ODISEA (Homero)

MI REGRESO A ÍTACA

Mi regreso a Ítaca fue una Odisea. Todos y cada uno de los días después de la guerra de Troya, de regreso a mi ciudad, me ocurrieron numerosas aventuras, pero hay cuatro las cuales teneis que saber por encima de todas. 
El segundo día después de acabar dicha guerra, desembarcamos yo y doce de mis compañeros en la isla de los Cíclopes (gigantes con fama de salvajes, que tenían un solo ojo y vivían como pastores). Recorrimos la zona y encontramos una cueva, y tuvo que ser la casa del cíclope Polifemo. No se nos ocurrió otra cosa que entrar a la cueva, nos encontramos con ovejas y vasijas con leche. Polifemo no estaba, pero al atardecer tapó la cueva con una roca gigante. Cuando se percató de nuestra presencia, nos dijo que no saldriamos de allí y que se nos comería uno por uno. Pero yo preocupado por mis compañeros y amigos saqué mi astucia y le dije que le habíamos traido vino de Grecia. Polifemo lo aceptó y siguió pidiendo más. quedando este profundamente dormido. Tiré un palo y se lo clavé en el ojo a Polifemo por lo cual ya no tenía ojo. Retiró la piedra para dejar salir a las ovejas de su rebaño para matarnos, pero nosotros listos, nos pusimos debajo de las ovejas, y cuando tocaba una por una por encima , él no sabía que nosotros estamos debajo. Cuando se dió cuenta de que habiamos escapado nos siguió hasta la nave pero no consiguió cogernos.Resultado de imagen de ulises y polifemo


Seguimos navegando varios diás, hasta llegar a una isla donde habitaba una hechicera llamada Circe, que quería seducirme y convirtió a todos mis amigos en cerdos por poco tiempo, ya que rogué a esta que los devolviera a su forma normal. Los delvolvió a hombres más guapos y altos al deshacer el hechizo. 

Resultado de imagen de ulises y circe


Circe me advirtió que nos ibamos a cruzar con sirenas. Por ello pedí a mis marineros que me ataran a la nave y ellos se pusieron tapones de cera para no escuchar dicho canto. Permanecí fijo al atravesar la zona de peligro,  pude verlas y escucharlas. Unas vez pasamos pedí que me desataran.

 Resultado de imagen de ulises y las sirenas


Una vez pasamos las sirenas, los dioses vuelven a ponerme a prueba. En el camino hacia Ítaca tuve que atravesar un peligroso canal entre dos imponentes acantilados, dominados por un lado por Escila y por otro por Caribdis.
Escila era un monstruo con rostro y pecho de mujer, seis cabezas de perro y doce patas de can en la cintura, mientras que Caribdis era un peligroso torbellino de agua que se tragaba todo lo que se le pasaba por delante varias veces al día, devolviéndolo todo después de tres días en forma de naufragio.
La roca de Escila, además, atraía mágicamente a las naves. astillándolas y lanzándolas a su compañero Caribdis... Era como estar entre la espada y la pared. Lo vi venir e hice virar rápidamente el barco para no chocar, pero entonces nos acercamos demasiado al torbellino y en el fragor de la tormenta, el ruido de las olas y el remolino de aguas de Caribdis. No pudimos evitarlo: la proa del barco se inclinó peligrosamente y durante minutos pareció que todo estaba perdido. Menos mal que le caigo bien a Atenea, que apiadada nos ayudó impulsando mágicamente la nave, de forma que Caribdis sólo pudo tragarse a seis hombres de la tripulación.


Resultado de imagen de escila y caribdis

Y así fueron cuatro de las aventuras que más miedo pasé, pero que con mi astucia logré salir de ellas sano y salvo.












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